Contenido
Introducción.
Formulación y
sistematización del problema de investigación.
Importancia y
justificación.
Origen y
Evolución de la Democracia Dominicana.
Factores
que facilitaron la transición democrática.
El Proceso Democrático
Dominicano: Avances, retrocesos y riesgos.
El optimismo de la
democracia Dominicana.
Conclusión
Bibliografía.
Introducción.
La democracia
Dominicana es un sistema difícil y nos llevaría mucho tiempo poder profundizar
en ella. Aunque con frecuencia nos canse, al mismo tiempo nos sentimos
orgullosos de ella, ya que la democracia es al mismo tiempo una tarea ardua y,
quizás podríamos decir, atrevida. A veces, sabemos que en la práctica no
triunfa. Por eso hay muchos que, desde hace mucho tiempo, no han dejado de
criticarla.
Formulación y
sistematización del problema de investigación.
¿Vivimos Hoy en
Democracia?
Desde nuestra
perspectiva no. Esto no significa que no valoremos los avances producidos desde
la dictadura hasta hoy. Para nosotros se ha avanzado desde aquel sistema de
gobierno, pero es necesario reconocer que el sistema en que vivimos hoy no es
el ideal. Es decir, estamos en una etapa de transición hacia una verdadera
democracia.
Esta no es una mera
opinión nuestra hecha al azar, sino que se fundamenta en ciertos o determinados
factores de nuestra vida socio-política-económica actual que nos insertan en un
modelo no democrático.
¿Qué tipo de
riesgos tiene la Democracia Dominicana?
Desde 1978, la
Democracia Dominicana ha oscilado entre las crisis, el progreso, y el
retroceso. En la actualidad, la Democracia Dominicana ha entrado en
una fase de crisis fuerte producida por el desequilibrio económico. Hay dos
riesgos fundamentales para la Democracia Dominicana en los momentos
actuales uno es de percepción y otro es institucional.
Importancia y
justificación.
El estudio sobre el
estado de la Democracia Dominicana ha permitido reconocer importantes
hallazgos acerca de la cultura política dominicana, la percepción ciudadana
sobre el estado de derecho, la visión de los actores del sistema político y los
problemas de la gobernabilidad democrática, entre otros aspectos.
En la ciudadanía
dominicana hay una generalizada percepción negativa de la situación del país,
pero se reconoce una significativa perspectiva optimista respecto al futuro
inmediato.
El tema de la
Democracia en República Dominicana, como experiencia concreta dentro del
intrincado mosaico caribeño, no sólo debe ser analizado teniendo muy presente
lo que ha sido el “vía crucis” de la democracia en la historia del capitalismo
mundial.
Los enormes límites que
ese orden de dominación integral le ha impuesto al caro anhelo de “poder del
pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, sino además su recurrente degradación
dentro de un capitalismo tardío, atrasado y subordinado, y a consecuencia del
pesado fardo negativo impuesto a las bregas libertarias de nuestro pueblo por
culturas despóticas de diferentes signos y por los intereses de determinadas
elites sociales.
Origen y Evolución de la Democracia Dominicana.
Desde el 1844 al 1929 país había tenido unos 50 presidentes en tan solo 80 años
debido a que todo el mundo quería gobernar, el pueblo presidentes y los
adversarios no respetaban la descicion del pueblo, era un desastre, o sea,
los gobiernos duraban un promedio de 18 meses en el poder, ya que habían grupos
que vivían de desestabilizar y chantajear el gobierno hasta el 1929.
No podemos hablar de la
evolución de la Democracia en la República Dominicana, sin antes
referirnos por necesidad histórica a la dictadura de Trujillo, conocida en toda
América.
Las causas de la
tiranía trujillista se centraron en las pugnas que desde los tiempos de la
colonización llevaban las diferentes clases sociales dominicanas con relación a
su posicionamiento dentro de la sociedad. El deseo inmenso de Trujillo por
ascender a las castas de primera y la sed de poder, anidó en él la ambición que
un día se haría realidad dando inicio y fin a su tiranía.
Luego de 30 años de
tiranía trujillista, los dominicanos nos preparábamos para experimentar la
democracia y digo experimentar porque el primer gobierno democrático después de
la dictadura sólo duró siete meses, aunque con ese gobierno comenzó el proceso
democrático dominicano en el año de 1963, encabezado por un hombre de una
estirpe humanista y de categoría continental, el profesor Juan Bosch.
Con su gobierno efímero
el profesor Juan Bosch demostró al pueblo lo que él mismo había predicado
cuando dijo: “el poder es una fuerza creadora si se usa a favor del pueblo; es
una fuerza destructora y nefasta si se usa contra el pueblo”.
Lamentablemente ese
gobierno no fue asimilado por la sociedad Dominicana de la época y mucho
menos por los sectores de poder nacionales e internacionales.
El gobierno de los
siete meses fue derrocado por un golpe de estado en el año de 1963,
a raíz del mismo se instauró un triunvirato para organizar elecciones
nuevamente. Este golpe de estado provocó el 24 de abril de 1965, el estallido
de la Revolución Constitucionalista que más tarde se convertiría en
una guerra patria, debido a la segunda intervención norteamericana en
territorio dominicano.
Una vez
terminada la Revolución de abril, se formó un gobierno provisional
que convocó a elecciones en el año de 1966, en las cuales resultó electo
presidente constitucional de la República el Dr. Joaquín Balaguer
considerado heredero político de Trujillo, su mano derecha. Este gobierno y los
dos sucesivos a éste se conocerían indistintamente como el famoso gobierno de
los doce años.
A principios de los
años setenta sólo había dos fuerzas políticas determinantes en el país, el
Partido Revolucionario Dominicano fundado por Juan Bosch cuando se encontraba
en el exilio, del que renunció en 1973, y pasó a ser dirigido por el Dr. José
Francisco Peña Gómez; y el Partido Reformista, fundado por el Dr. Joaquín
Balaguer, pero también a comienzo de la misma década nació de las entrañas de
Juan Bosch el Partido de la Liberación Dominicana.
Estas tres fuerzas iban
a gravitar en el ámbito político nacional de manera determinante y fueron las
llamadas a mantener la incipiente Democracia Dominicana en equilibrio.
Las elecciones de 1966,
totalmente condicionadas por la intervención militar estadounidense y signada
por el fraude a favor de Joaquín Balaguer, implicaron un paso decisivo en ese
proceso de reconstrucción y readecuación del viejo orden, a todas luces dirigido
a reforzar la hegemonía del capital imperialista, a garantizar la consolidación
y expansión de la burguesía dependiente, a recomponer el reinado de la
impunidad, a diezmar y derrotar (por la vía del terrorismo de Estado y de todas
las técnicas de contrainsurgencia) las fuerzas revolucionarias sensiblemente
fortalecidas en el curso de la insurrección de Abril y de la heroica
resistencia antiyanqui.
Factores que
facilitaron la transición democrática.
El gobierno de los 12
años de Balaguer (1966-1978) combinó elementos autoritarios con otros
facilitadores de una futura transición democrática.
Los elementos
autoritarios incluyeron: el uso de la represión política como mecanismo
importante de control social, sobre todo, contra la izquierda, los sindicatos,
y otros grupos disidentes; la austeridad salarial impuesta de manera prolongada
por el gobierno de Balaguer; la personalización del poder y la concentración de
la toma de decisiones políticas en el Presidente; las excesivas cuotas de
poder político y económico que tenían los militares; la nulidad del poder
legislativo; la subordinación del poder judicial al ejecutivo; y las
irregularidades electorales que aseguraron la reelección de Balaguer en 1970 y 1974. Estos
elementos constituyeron retranques importantes para la democratización tanto en
el gobierno de los 12 años de Balaguer como después de la transición de 1978.
Los elementos
facilitadores de la transición democrática fueron: la permanencia de la
estructura formal del Estado (Balaguer no clausuró ninguno de los poderes
públicos); la tolerancia de la oposición política menos radicalizada; la
política económica de incentivos al desarrollo del empresariado privado, lo
cual facilitó no sólo el desarrollo de una nueva clase empresarial, sino
también la expansión de las capas medias; la subordinación del poder militar al
poder civil de Balaguer; y las condiciones internacionales,
particularmente, la mayor presencia de la social democracia en América Latina y
los inicios de una política de apoyo a los derechos humanos durante la
administración del Presidente Jimmy Carter de los Estados Unidos.
Entre 1966 y 1975,
dominaron los elementos autoritarios del balaguerismo en un contexto
internacional de Guerra Fría. A partir de 1976, el Partido Revolucionario
Dominicano (PRD), principal opositor de Balaguer, enfatizó su política de
vinculación con la social Democracia europea y experimentó un proceso de
desradicalización, presentándose como una opción viable de poder a nivel
electoral.
Por otra parte, el
modelo centralizado de desarrollo económico, que suponía un empresariado
sumiso, comenzaba a encontrar obstáculos dentro de la misma clase empresarial
que se hacía cada vez más diversa y mostraba asomos de insubordinación a
Balaguer. Por su parte, sectores importantes de la clase media comenzaron a
levantar la reivindicación democrática como un objetivo central.
En estas nuevas
condiciones, las posibilidades de un fraude electoral en 1978 para garantizar
el triunfo de Balaguer se achicaron.
El PRD enfocó una
campaña electoral en torno a un candidato conservador (Antonio Guzmán), que
contribuía a derrumbar el mito del radicalismo político perredeísta.
Con una fuerte base
social de apoyo construida desde los años sesenta y un entorno internacional
más favorable, el PRD pudo exitosamente participar en las elecciones de 1978.
El intento de
fraude electoral en el conteo de votos generó una crisis política interna que
tuvo eco a nivel internacional, y tanto la Internacional
Socialista como los Estados Unidos, expresaron su oposición al fraude,
facilitando así el proceso de transición política en 1978. La lección política
más importante de aquel entonces fue que, aún en condiciones adversas, el
compromiso político era preferible a la imposición absoluta. Balaguer, después
de asegurar una mayoría para su partido en el Senado, producto de un conteo
sospechoso de votos a nivel provincial, aceptó dejar la presidencia.
El PRD, por su parte,
decidió asumir la presidencia a pesar de las irregularidades cometidas en el
conteo de los votos a nivel provincial. Este pacto implícito sellaría la
modalidad política que caracterizaría en años subsiguientes la relación entre
los líderes políticos.
El proceso democrático
Dominicano: Avances, retrocesos y riesgos.
La transición
democrática que se produjo en la República Dominicana en 1978 inició
la ola de aperturas políticas que se expandió por América Latina durante los
años ochenta. Fue una transición poco notada en el contexto latinoamericano,
porque a diferencia de las otras transiciones democráticas de América
Latina, la Dominicana se produjo desde un gobierno civil autoritario,
no militar (el de los 12 años de Joaquín Balaguer, 1966-1978).
A pesar de la escasa
atención que recibió la transición Dominicana de 1978, vale la pena resaltar en
el contexto de precariedad democrática que caracteriza en la actualidad muchos
países de la región, que la República Dominicana registra la
Democracia más antigua de la última ola de aperturas.
A pesar de sus
significativas limitaciones, la Democracia Dominicana se ha mantenido
por 25 años, aunque en la actualidad, al igual que otras democracias
latinoamericanas, enfrenta riesgos de desgaste y crisis sistémica.
El propósito de este
artículo es analizar las fortalezas y debilidades, los avances y retrocesos
de la Democracia Dominicana, y los riesgos que enfrenta en la actualidad.
Con este objetivo, se
abordan tres temas centrales: 1) los factores que facilitaron la transición
democrática de 1978, 2) las principales conquistas y los principales obstáculos
en el proceso de democratización, y 3) la coyuntura actual de crisis económica
e institucional, el desencanto político, y su posible impacto en el régimen
democrático.
El Estado, la democracia y la gobernabilidad.
La gobernabilidad
democrática no está determinada únicamente por la capacidad de los gobiernos
para responder a las demandas de la sociedad. Es sobre todo un ejercicio de
fortalecimiento del estado de derecho, una constante relación de construcción
ciudadana y un permanente proceso de rendición de cuentas y transparencia de
las instituciones públicas ante la sociedad. De esta forma, la gobernabilidad
democrática se sostiene en una cultura política democrática, en el respeto a
derechos y deberes ciudadanos y en la capacidad de los representantes del estado
de ser eficientes y transparentes en el manejo de las instituciones públicas.
En esta perspectiva, en
el país la gobernabilidad democrática atraviesa por serios problemas de
legitimación del sistema político ante los ciudadanos, como a continuación
mostramos.
Transparencia y corrupción en el estado y la sociedad.
Uno de los principales
obstáculos que enfrenta la gobernabilidad democrática en América Latina es la
falta de confianza en las instituciones y la percepción de la corrupción como
un acto generalizado en toda la vida pública.
Sí entendemos la
gobernabilidad como la creación de un ambiente propicio para el dialogo y la
concertación entre los actores sociales, económicos y políticos relevantes, es
indudable que la percepción de la confianza del ciudadano en cada institución,
es decir la percepción de que cada uno de ellas cumplirá cabalmente y de
acuerdo a las reglas del juego con el rol que se les corresponde, será
determinante en esa capacidad de negociación.
Vista de esa manera la
gobernabilidad es un atributo tanto del estado como de la sociedad civil, y uno
de sus pilares es la transparencia y el control ciudadano de las acciones
pública.
Participación política y ciudadana.
La diferencia entre una
democracia puramente electoral y con una ciudadanía de baja intensidad, frente
a una fuerte, sostenible y que puede asumirse como el régimen político
que posibilita que las personas desarrollen sus potencialidades al máximo, es
la participación de la ciudadanía en todos los ámbitos de la vida pública y a
través de los diversos medios posibles.
En las sociedades
democráticas los partidos políticos se convierten en el medio idóneo para
acceder al gobierno; por lo tanto, son el principal canal para la participación
política, aunque no el único.
En las democracias los
partidos son importantes porque a través de ellos se canaliza la competencia
política, porque la existencia de la oposición impone límites a los que están
en el gobierno, y en ese sentido, los conflictos entre los partidos en el
gobierno y los partidos de oposición ayudan a establecer normas y reglas
democráticas.
Pero, para esto se
necesitan partidos modernos que representen los diversos intereses de la
sociedad, o por lo menos que digan encarnar propuestas de ordenamiento social
diferentes.
El optimismo de la democracia dominicana.
Por lo tanto, si
después de 800 años nuestra democracia dominicana no muestra signos de demencia
senil, si no todo lo contrario, es porque todavía es creativa y fértil, debido
a que la democracia para nosotros no es únicamente una forma de gobierno.
En otras palabras, la
democracia es una expresión institucional básica de la espiritualidad
de la Orden. La condición fundamental y primera del éxito de los
dominicos durante estos 8 siglos de haber experimentado con la democracia, ha
sido una mejor comprensión del hecho que, la democracia, aún cuando de modo
secundario pertenece al campo de la política, es ante todo una tarea
espiritual.
Esto no cambia el hecho
de que la democracia es un experimento audaz, y es audaz porque la
espiritualidad de la democracia es sin lugar a duda optimista. ¿No es realmente
audaz saber que los hermanos enviados a "los confines de la tierra"
no sólo encontrarán una lengua y unos objetivos comunes sino que también
llevarán a cabo un autogobierno efectivo, sin mirar si éstos
"confines" se extienden desde Castilla al país de los cumanos, de
Noruega a la República de Sudáfrica, de Canadá a Vietnam? ¿No es
audaz decir que ésta comunidad, que es capaz de autogobernarse y de llevar a
cabo sus objetivos comunes, incluye gente famosa, predicadores populares,
extrovertidos e introvertidos, pragmatistas e incluso iluminados, o también
economistas y artistas?
¿No es audaz decir que
ésta comunidad se irá renovando de generación en generación?
La espiritualidad de la
democracia es audaz porque es optimista; y al mismo tiempo es dominicana porque
el optimismo incluido en ésta forma de gobierno, es otra manera de expresar el
mismo optimismo que encontramos en las cartas de Jordán a Diana, o en los
escritos de Santo Tomás.
Conclusión.
El estudio sobre el
estado de la Democracia Dominicana ha permitido reconocer importantes
hallazgos acerca de la cultura política dominicana, la percepción
ciudadana sobre el estado de derecho, la visión de los actores del sistema
político y los problemas de la gobernabilidad democrática, entre otros
aspectos.
En el presente informe ejecutivo sólo se han presentado algunos de esos
hallazgos considerados de particular relevancia. En este sentido, merecen
destacarse algunos de estos hallazgos a modo de conclusión.
La educación, la
capacidad laboral y la fe religiosa son las tres cuestiones que nosotros los
ciudadanos valoramos como más importantes para que el país alcance el bienestar
social, pero nada de esto se puede obtener al máximo sin una verdadera
democracia.
Bibliografía.
Democracia irreal en
República Dominicana, Por Narciso Isa Conde.
Estado de la
Democracia en la República Dominicana, Centro de
Investigaciones y Estudios Sociales –CIES-
La democracia
dominicana, Por Flavio Medina.
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